jueves, 18 de abril de 2013

(Crítica) Promised land

Paradojas en tiempos de crisis




En tiempos de crisis parece que el intelecto humano se acentúa en cuanto a las malas artes de multinacionales, empresarios déspotas o burócratas que manejan bancos u otras formas económicas que rigen nuestras vidas. Ver como el precio del ladrillo se dispara por las nubes con altos intereses que permiten a los dirigentes de bancos prejubilarse con pagas millonarias, mientras el simple hombre de la calle debe trabajar ( si es que tiene la suerte de tener trabajo ) horas y horas y llegar a final de mes con dificultades; subidas de IVA en aspectos cruciales y necesarios de nuestras vidas como la comida, gasolina o cultura. Y solo estoy hablando a nivel nacional, pues sabemos que esta situación está afectando a millones de personas a nivel mundial, sin ver la salida del pozo. Por eso resulta desconcertante el discurso del nuevo film de uno de los más interesantes directores americanos de la actualidad como es Gus Van Sant.

El director siempre ha basculado entre el cine independiente ( Gerry, Paranoid Park, Elephant ) y el cine comercial ( el indomable Will Hunting , descubriendo a Forrester ), si bien en sus últimos trabajos podemos ver como los mejores aciertos o tics de puesta en escena se funden en esa amalgama de “corrientes “ de cine, como podemos observar en Restless o Milk. Incluso se atrevió ( en lo que algunos consideran su proyecto más arriesgado y experimental ) a remakear, plano por plano, el Psicosis de Hitchcock, en lo que yo considero algo totalmente innecesario y fuera de lugar, sin parecer puritano, pero pienso que ciertas obras, si bien se pueden homenajear o retocar de cara a darle un nuevo look, un significado diferente o nuevos temas a tratar, pero creo que ese movimiento de Van Sant solo le sirvió para servir a la industria y poder acceder a dinero y nombres para sus proyectos más arriesgados como su saga radical formada por Elephant – Gerry- Paranoid Park. Alabo personalmente su labor en films más clásicos como ese primer encuentro con un jovencísimo Matt Damon ( y Ben Affleck: ambos premiados con un Oscar al mejor guión original ) en ese drama humano con Will Haunting de protagonista o su labor en ese reverso oscuro de el ala de la casa blanca que fue la serie del canal Starz Boss (2011-2012 ), donde Van sant fue productor ejecutivo y director del episodio piloto.

Su nueva cinta viene auspiciada por el propio Matt Damon, productor y co-guionista de la cinta junto al también actor John Krasinski ( The office ) a partir de una historia del reputado escritor David Eggs; por cierto, el propio Krasinski fue protagonista de un lugar donde quedarse ( 2009 ) una historia de Eggs en la simpática y correcta de Sam Mendes. En Promised land se cuenta la historia de un joven inteligente, con buenos modales e ideas , Steve Butler( Matt Damon ) el cual trabaja para una gran empresa multimillonaria de gas natural. Aprovechan su origen humilde ( él nació en un pequeño pueblo de Iowa ) para acercarse a pequeños pueblos donde poder convencer a sus habitantes de ceder sus tierras a cambio de irrisorias cantidades de dinero ( contando el beneficio que extraen de ellas, decenas de millones de dólares ). En una de esas comunidades, a la que acude con su habitual compañera Sue ( Frances McDormand ), encontrará que se trata de una tarea sencilla hasta que se topa con un profesor de ciencias que resulta ser un antiguo ingeniero (un comedido y excelente Hal Holbroock, activo con 87 años), el cual convence a sus vecinos de lo peligroso de las actividades de la compañía del gas, usando el frackting ( método que provoca la contaminación de las tierras ). La operación correrá peligro además con la aparición de un joven activista (John Krasinski ) y la amistad que entabla con una joven maestra local ( Rosemarie De Witt ).




Como ya comentaba al principio choca ver esta propuesta de Vant Sant y Damon& Krasonski, pues el relato comienza como un drama ecológico en el que además vemos como operan las grandes empresas millonarias ( más preocupadas de su dinero que de la salud de la persona ) en el estilo de otros films como acción civil o Erin Brockovich, aunque desde el punto de vista de las multinacionales, usando la figura de un actor con una carrera y una visión del mismo optimista y simpática como es Matt Damon ( un poco al estilo de George Clooney en Up in the air ), donde vemos antes al actor que al personaje. Pero dentro del mismo también hay lugar para el relato romántico ( el uso del personaje de la maestra como bisagra entre Damon y Krasinski es algo insuficiente y nada necesario ) e incluso el viaje emocional de su personaje protagonista, el cual reniega de su origen humilde ( ver como se viste como la gente local, con camisas de franela y pantalones para parecer uno más de ellos ) a la vez que tiene a la figura de su abuelo como imagen única ( usa las botas del mismo ), como él mismo se repite ( a sí mismo y a la audiencia ) : “ no soy un mal tipo “ . Es más, hay un giro de guión final el cual pervierte todo el relato y donde estamos ante un drama sobre el uso ( y tráfico) de información y como ésta es la nueva arma de multinacionales despiadadas, la misma historia ha engañado al espectador durante 80 minutos, en un twist dramático que pretende dar un nuevo significado pero que acaba pareciendo impostado y casi forzado., y que desemboca en ese momento capriano ( pues el cine optimista y sentimental urdido por el gran Frank Capra se podría considerar un género en sí ) tan falso pues Van Sant no es Capra ni Damon Jimmy Stewart y que hacen de la historia parezca un relato de ciencia ficción ante la poca credibilidad de la misma al final en este compendio de géneros mal definido.




Tampoco ayuda ciertas escenas de trazo grueso como ese prólogo donde Damon asiste a una entrevista de ascenso en un pulcro restaurante con la escena filmada con tonos grises ( pues los líderes de la multinacional son malos ); la escena de la recreación de los posibles efectos secundarios de las prácticas de la compañía del gas en el colegio, el momento en que uno delos pueblerinos, nada más firmar el contrato, se compra un descapotable o el momento en que Damon compra limonada y la joven niña no acepta propina…. La parte romántica del relato es innecesaria. Por el contrario Van Sant está más afinado en su narración costumbrista de la manera de vivir de los pueblerinos, acompañada de su música country.




La labor de los actores es correcta, el principal problema es el dibujo de los mismos personajes en sí; no es el papel más complejo de Damon como leí, se juega más con su imagen positiva como actor que con su evolución dramática; Krasinski está correcto en su breve papel, pero la sorpresa ni es tan sorpresa ni acaba de convencer. Por el contrario sus secundarios están espléndidos, con McDormand, Holbroock y  Titus Welliver ( visto en adiós pequeña adiós, The town o las series Deadwood o sons of anarchy ).

Un relato bienintencionado que no funciona como drama ecológico de protesta ni como viaje emocional; demasiadas ramas para tan poco follaje.

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